Ante todo decir que ha supuesto mucho esfuerzo intentar desarrollar este tema para la revista, consciente de que la mayoría de los que podáis leer el artículo acumuláis infinitamente más experiencia y conocimientos técnicos. Con humildad pues.
No obstante, si esto hace que surjan discrepancias o debates, bienvenidos sean en beneficio de todos.
En función de la época del año en que estamos, me ha parecido oportuno hablar de alguna parte del manejo de las colmenas en la salida de invierno y preparación para la primavera.
En este momento estamos pendientes del tratamiento de primavera para la varroa, revisar el estado de los cuadros que queremos cambiar, labores administrativas en consejería… Y de valorar el estado nutricional en que están nuestras colmenas.
No es que sea raro que nieve, llueva o haga frío en invierno, pero este año en particular ha hecho mucho calor hasta hace bien poco. Las abejas no se han aletargado, habiendo más actividad de la habitual, más puesta de la reina, más o menos pecorea en función de la localización del colmenar. Así que este cambio tan repentino de condiciones climáticas puede hacer mucho daño si hay demasiada cría que cuidar y calentar y/o las reservas no son buenas.
Reservas de energía
En el caso de las necesidades de energía de la colmena, las reservas son acumuladas por las abejas en forma de miel en las celdas.
Durante el invierno es imprescindible que la abeja cuente con reservas energéticas que consume para mantener las funciones vitales y para producir el calor suficiente para la vida de las abejas y de la poca cría que pueda haber. En primavera el ritmo de entrada de energía con los azúcares del néctar determina el aumento de puesta de cría y el desarrollo del nido.
Por esto es bastante habitual que el apicultor deje en las colmenas suficientes reservas de miel operculada como reserva para el invierno o suministre alguna alimentación complementaria que aporte energía. A su vez a finales de invierno y entrando en primavera también se usan estos complementos en distintos grados de humedad para estimular el inicio de puesta.
Sin embargo no es tan frecuente poner la misma atención a la necesidad de proteínas de las colmenas.
El papel de las proteínas en la colmena
No existe para las abejas ninguna fuente de proteínas de mejor calidad que el polen de las flores, además de aportar grasas, vitaminas y minerales.
El polen empieza a transformarse cuando las abejas lo recolectan y lo almacenan en las celdas en la periferia del nido de cría donde se produce una fermentación cuyo resultado final es lo que se llama pan de abeja, que tiene distintas funciones (alimento de las abejas jóvenes, alimento de las crías e ingrediente de la jalea real).
En primavera los productos de la digestión del polen se destinan en su mayoría a la alimentación de la cría. Una vez adultas, las abejas almacenan la proteína en su cuerpo, y lo utilizan para hacer las alas, los músculos y otros órganos. El consumo de gran cantidad de polen durante los primeros diez días de vida de la abeja nacida es muy importante para el desarrollo de las glándulas encargadas de producir jalea real.
Cuanto mayor sea el nivel de proteína en sus cuerpos, más fuertes son y más tiempo pueden vivir. Un contenido alto de proteínas corporales (60%) hace que las abejas estén fuertes y tengan capacidad de recolectar mucho polen y néctar. Sin embargo, cuando el nivel de proteínas corporales está por debajo del 30%, viven poco tiempo, tienen poca capacidad de producción y son susceptibles a contraer enfermedades como loque o nosema.
Al prepararse la colmena para invernar se reduce la puesta y las obreras jóvenes dejan de excretar jalea real. Necesitan reservas de proteínas para prolongar su vigor, pero no se acumula polen en la colmena para más de 5 ó 6 días de lo que se necesita, así que las reservas no quedan en los panales, sino que se acumulan en el organismo de las abejas en forma de proteínas corporales.
El nivel de reservas corporales determinará la vida media de dichas abejas y el arranque de la colonia en la salida de la invernada.
La suplementación proteica
Una abeja nodriza que acaba de salir de la celda consume 4 mg de polen por día, por lo tanto para un polen de buena calidad con un 25% de proteína, estaría consumiendo 1 mg de proteína bruta por día. En una colmena bien poblada podemos tener una población de 50.000 abejas adultas y otras 40.000 en desarrollo en el ciclo de cría. Para alcanzar estos niveles, las colonias necesitan buenas cantidades de néctar y polen.
Si nos centramos en la primavera, la suplementación con proteínas es importante para amortiguar la escasez de floraciones o temporales largos, (las reservas de polen no duran más que algunos días) o si hacemos divisiones, núcleos o cría de reinas, donde produce un rápido desarrollo del nido y como consecuencia una gran demanda .
Aún cuando hay disponibilidad, algunos pólenes no tienen la cantidad necesaria de proteínas o tienen algún aminoácido en menores cantidades de las que requiere el organismo de la abeja, por ejemplo el eucalipto.
Hay diversas formas de preparar suministros proteicos, desde enriquecer jarabes de fructosa y glucosa con concentrados ricos en vitaminas y aminoácidos, hasta la preparación de tortas pastosas con diferentes ingredientes (harina de soja, levadura de cerveza, polen, …) o preparados comerciales diseñados como sustitutos del pólen.
Desde el punto de vista de la calidad, las tortas proteicas debieran tener un mínimo del 23 % de proteínas, con una buena biodisponiblidad de las mismas, Proteínas de buena calidad (con todo el rango de aminoácidos necesario) desde el punto de vista de la digestión y asimilación por parte de las abejas.
Se puede usar pólen, pero al igual que ocurre con la miel, puede portar y transmitir enfermedades de las abejas. Así que es mejor recolectarlo de las propias colmenas que tengan un estado sanitario controlado.
El objetivo de la suplementación con proteínas o pólen es una adecuada nutrición de larvas y abejas nodrizas, que no se alejan mucho del nido, por lo que debemos ponerlo muy cerca de la cría y en la cantidad necesaria para que la colonia lo pueda consumir en 5-6 días para que no fermente, se seque o se desarrollen hongos.
Tiene que comenzar aproximadamente 6 semanas antes de que esperemos una buena entrada de polen natural. Por lo que se puede combinar con la estimulación de la puesta durante dos ciclos de cría (21+21 días).
Por último una reflexión. Cuando pensamos en suplementar las colmenas no sólo hay que pensar en producción, sino en la salud de las abejas, que podrán cumplir todas las funciones que tanto necesitamos.