El sector no debe consentir que personas ajenas a las explotaciones ganaderas, entren en ellas sin consentimiento, manipulen y suelten a los animales con total impunidad. Poniendo en riesgo el bienestar animal y las medidas de bioseguridad necesaria en una explotación en la que, sus propietarios se juegan la totalidad del patrimonio familiar.
Hay que exigir sanciones ejemplares para este tipo de acciones.
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